No todo el monte es orgasmo

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Como todos lo sabemos, el tema sobre el que más falseamos la verdad es el número, calidad y duración de las relaciones sexuales. Los hombres casi siempre exageran cuando charlan de sexo, y comentan que duran más en la cama. Nadie va a indagar sobre si es cierto o no, por lo que existe total libertad para ello.

Esto que puede parecer que no tiene importancia, puede resultar peligroso. La mayoría de las personas miente, por loo que casi todos los estudios sobre sexualidad y enfermedades venéreas, están basadas en datos erróneos. Es difícil comprobar quien dice la verdad en este aspecto.

Esto es una mala cosa a la hora de realizar estudios y estadísticas. La gente miente impunemente, sabiendo que nadie podrá comprobar la veracidad de sus afirmaciones.

¿Qué nos hace mentir?

Una investigación ha localizado a muchas madres vírgenes y ha sido debido a que todas mentían, por la absurda promesa de mantenerse vírgenes hasta contraer matrimonio. Es el mayor ejemplo de que todavía existen estimas, los cuales son distintos entre mujeres y hombres. Un caso significativo es a la hora de indicar las parejas que se han tenido, los hombres dan una cantidad superior a la real y las mujeres inferior. Ello es debido a que dicen lo que creen que la sociedad espera de ellos.

De los datos menos fiables, es el de las parejas tenidas antes de ctener una pareja estable. Algo parecido ocurre a la hora de confesar infidelidades. Estas mentiras se producen porque benefician a corto plazo a quienes las emiten

Cada cual se crea su propia historia

Engañamos para resguardarnos de los ataques de terceros así como de nuestra propia inseguridad de no cumplir con lo establecido socialmente. La sociedad espera de un hombre que tenga muchas parejas y las mujeres menos. La promiscuidad es una lacra en la mujer, mientras que en el hombre se convierte en una virtud. Y hablamos de abstinencia sexual, estos términos tienden a invertirse.

Según este estándar sexual, el mismo comportamiento es juzgado de forma diferente dependiendo del sexo de la persona. Esto daña a la sociedad, en parte también porque es muy difícil establecer patrones para combatir las enfermedades de transmisión sexual.

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